*Antes de leer, recomiendo escuchar esta canción "
mientras se lee la carta, para una mayor experiencia*
Querido padre invierno, mi nombre es Yareezha, esta es la primera vez que te escribo, desde una tierra distante, dónde sólo estoy yo, la montaña, la nieve y el cálido abrazo del destino, te saludo con gran cariño y fulgor, espero y te encuentres bien. Yo la verdad, no del todo, primero que todo empezar con mi deseo, no es nada material, siempre he creído que lo material no dura para siempre, sólo quiero, que las personas que amo, y a las que en su tiempo fueron parte de mi familia, y a quienes llamé amigos o maestros, tengan un vida llena de regalías, amor y felicidad.
No es difícil el despedirse de la gente, creo que alguien cómo tú lo debe saber muy bien, es un proceso complicado, llevo viviendo cómo enana muchos años, y la experiencia me ha enseñado que aveces perdiendo, se aprende más que cuándo ganas, aquella familia a la que llamé así por última vez, me enseñó cosas valiosas de las cuáles sigo teniendo en mi corazón.
Aaaah, no hay nada cómo el cariño y calor de la familia, ¿Verdad?
Aquella familia a la que llamé así, la traicioné, y es una carga que llevaré conmigo hasta el fin de mis días de enana, sus vidas siguen en mi corazón y no cambiará con el paso de los años restantes. Puede que esta carta quizás sea un poco para desquitarme de la carga que estoy sintiendo, y tal vez no llegue a tus manos cómo corresponde, sólo quiero dejar entre-saber que, esa familia que tuve, fue la mejor familia en mucho tiempo, y atesoraré cada momento en mi corazón de enana, me crié en las duras montañas de Dun Morogh, el frío de esta soledad, no es nada comparado al de las montañas dónde me crié toda mi vida.
Puede que algún día nos volvamos a reunir, quién sabe cuándo, o quién sabe dónde, sólo me gustaría saber, cómo parte de mi deseo, que tengan un vida plena, y que se encuentren bien, me sentiría, realizada y aliviada conmigo misma, y podría de una vez por todas, dejar este mundo en paz, descansar esa carga tan pesada que arrastro conmigo, así cómo lo hicieron otros que partieron antes que yo.
Sin más que agregar, de todo corazón, te envío un cálido abrazo desde la montaña en la que resido, y paso todos los días sentada junto al calor del fuego, hasta el fin de mis días.
